Las Plataformas Inteligentes de Mantenimiento (PIM) — o IMMP, del inglés Intelligent Maintenance Management Platform — son la última tecnología disponible para los gestores de mantenimiento.
Como su propio nombre indica, estas plataformas combinan la gestión del mantenimiento con la inteligencia artificial (IA) para recoger los datos de los equipos y convertirlos en información valiosa. En cuanto a porqué se llaman plataformas en lugar de software de mantenimiento, es porque se integran con otras herramientas e incluso con hardware, convirtiéndose en un sistema de mantenimiento vivo y vibrante en lugar de una burbuja estática.
Pero antes de adelantarnos, debemos entender cómo surgieron las plataformas inteligentes de gestión del mantenimiento. Viajaremos hacia atrás en la memoria para entender cómo ha evolucionado el mantenimiento a lo largo de los años, exploramos cómo las PIM son una respuesta a una nueva era y explicaremos sus beneficios. ¡Nos alegramos de tenerte con nosotros!
Las lecciones de la historia
Podríamos imaginar que el mantenimiento industrial comenzó con la Revolución Industrial. Pero nos equivocaríamos. En aquella época, el mantenimiento era prácticamente inexistente. No, ¡ni siquiera el mantenimiento correctivo! La mentalidad era más bien la de «usarlo hasta que se rompa» y sustituirlo al final. Por otra parte, aquellos eran tiempos más sencillos, sin los ajustados plazos ni los calendarios de hoy en día.
Las cosas empezaron a cambiar a principios del siglo XX. La cadena de montaje de Henry Ford surgió en 1913. En los años 30, durante la Gran Depresión, surgió la necesidad de reparar en lugar de sustituir. En los años 30 y 40, algunas piezas eran sustituidas en determinados intervalos de tiempo, ya fuera necesario o no, creando por primera vez una especie de mantenimiento basado en el tiempo.
El punto de inflexión fue la Segunda Guerra Mundial. El ejército estadounidense llegó a emplear a los técnicos de grandes fabricantes para realizar el mantenimiento de aviones y vehículos en plena guerra. Poco después, la competitiva economía de consumo de los años de la posguerra también empezó a reconocer el valor del mantenimiento para hacer frente a las crecientes demandas. Pero, hasta los años 80, seguía siendo principalmente «trabajar hasta que se averíe» y, por supuesto, se usaba papel y boli.
A partir de los años 80, las empresas empezaron a desarrollar una «intolerancia hacia el downtime”. Se realizaron esfuerzos importantes para conseguir más fiabilidad, calidad y seguridad, lo que allanó el terreno para el mantenimiento centrado en la fiabilidad. Al mismo tiempo, en Occidente crecía el interés por el milagro económico japonés de las décadas anteriores, que se atribuía, entre otras cosas, a la fabricación lean.
En ese momento y hasta la década de 2000, los gestores de mantenimiento empezaron a depender en gran medida de las hojas de Excel. La historia de amor con el mantenimiento correctivo se acabó, y lo que siguió fue un matrimonio duradero y feliz con el mantenimiento preventivo. La competitividad exigía un mayor control y menos downtime, y se publicaron nuevas ISO. La famosa ISO 9000 data de 1987.
Después, el Excel fue sustituido poco a poco por la Gestión de Mantenimiento Asistido por Ordenador (afortunadamente abreviada como GMAO). Sin duda, fue una mejora y permitió a las empresas seguir más datos para controlar sus operaciones. Sin embargo, con el inicio de la Industria 4.0, esta tecnología empezó a resultar algo escasa. Y así nacieron los sistemas y Plataformas Inteligentes de Mantenimiento (PIM).
GMAO vs. PIM, o Sistemas de Registros vs. Sistemas de Inteligencia
Como todas las tecnologías anteriores, las plataformas inteligentes surgieron de la necesidad. La expresión «Industria 4.0» se acuñó en 2011, y es una amplia referencia a la innegable tendencia de automatización e intercambio de datos. Gracias a Internet de las cosas (IoT) y a la computación en la nube, empezamos a rastrear muchos más datos que antes – tanto que no siempre sabemos qué hacer con ellos.
El análisis y la extracción de conjuntos de datos que son demasiado complejos para un software habitual – los «Big Data», como se les conoce coloquialmente – maduró como campo a lo largo de la década de 2010. Obviamente, todavía hay mucho territorio inexplorado. Sin embargo, de forma lenta pero segura, hemos hecho algunos progresos. Por primera vez, el software toma los datos, los procesa y los convierte en información procesable.
No nos malinterpretes. Cuando aparecieron las GMAO, fue una revolución. Almacenaban datos, lo que facilitaba anotar los registros y el historial de activos, aún siendo las GMAO basadas en Microsoft Access de principios de los 90 increíblemente difíciles de actualizar. Hacia el final de la década, se pasó a los servidores locales y, a principios de los años 00, a las versiones alojadas en el navegador.
Finalmente, en la década de 2010, los GMAO basados en la nube se hicieron más frecuentes. Se trataba de una solución más adecuada y más “móvil” para el mundo moderno. Además, la mayoría generaba informes automáticamente, lo que permitía a los responsables de mantenimiento tomar decisiones basadas en datos. Sin embargo, al fin y al cabo, no eran mucho más que un sistema de registros. En el fondo, nunca dejaron de ser una base de datos.
Las PIM van un paso por delante porque van más allá del registro de datos; los convierten en sugerencias inteligentes. La Inteligencia Artificial (IA) es útil para automatizar tareas y flujos de trabajo, encontrar patrones y llamar la atención sobre cosas de las que, de otro modo, no te habrías dado cuenta. Tus aportaciones siguen siendo muy necesarias, pero la IA aprende de ellas y se vuelve más y más precisa con los datos que le das.
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Fuente: Infraspeak
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