En una nota realizada hace dos años el Dr. Raúl Katz (*) hablaba de la digitalización de la producción y afirmaba que implicaba una transformación radical de las empresas, requiriendo una refundación de las bases que llevan a la creación del valor y afirmaba que la digitalización ayuda a diferenciar productos e incrementar la voluntad de pago, como reducir costos en base a saltos cuantitativos en eficiencia.

En la entrevista realizada por la Agencia nacional de noticias decía:

“La transformación digital (también denominada Internet Industrial) implica una restructuración de las cadenas productivas mediante la introducción de comunicaciones, aplicaciones, plataformas, tecnologías de avanzada y contenidos digitales. Contrariamente a otras revoluciones tecnológicas precedentes, ocasionadas por la adopción de la electricidad o los ferrocarriles, la digitalización se basa en la combinación de numerosos componentes, incluyendo a semiconductores, redes de comunicación, ingeniería de computación, robótica, inteligencia artificial y sensores.

La asimilación de tecnologías digitales en cadenas productivas no es una tarea fácil. Esto no se trata de automatizar procesos de negocio concebidos originalmente en entornos de producción física, a partir de tecnologías “analógicas”. La digitalización de la producción implica una transformación radical de empresas, requiriendo una refundación de las bases que llevan a la creación de valor: la digitalización ayuda a diferenciar productos e incrementar la voluntad de pago de usuarios, así también como a reducir costos en base a saltos cuantitativos en eficiencia.

Asimismo, la digitalización permite desintermediar a competidores o crear una nueva proposición de valor a clientes. Finalmente, la digitalización de procesos productivos incluye la asimilación de las nuevas tecnologías digitales en las cadenas de valor de sectores industriales con el objetivo de incorporar métodos colaborativos en el diseño de producto y aprovisionamiento de insumos, ganar flexibilidad en la producción, y adaptarse a la transformación de canales de distribución.

El desafío de la digitalización de procesos productivos no es solo la responsabilidad de las empresas líderes. Esta transformación deberá ser encarada por el conjunto de empresas – grandes, medianas, y pequeñas – dado que la misma representa un requisito de las economías latinoamericanas para continuar desarrollándose, ocupando así una posición competitiva a nivel mundial. Más fundamentalmente, la transformación digital no incluye solamente a la creación de nuevos emprendimientos, sino a la introducción de cambios fundamentales en empresas tradicionales.

La empresa que “nace” digital tiene el beneficio de poder pensar su modelo de negocio inicial en base a los parámetros competitivos característicos de Internet, respondiendo en muchos casos al concepto de plataforma de negocios. En el caso opuesto, la empresa que ha nacido en un mundo “físico y analógico” enfrenta el desafío de repensar los elementos fundamentales de creación de valor a partir de la incorporación de tecnologías digitales. Nuevos procesos de negocio, nuevas cadenas de valor, nuevas características organizacionales y culturales son algunos de los parámetros que definen la nueva empresa. En este contexto, el problema fundamental de la empresa “tradicional” no digitalizada, es cómo transitar el camino de la transformación hacia el nuevo entorno.

La asimilación de tecnologías digitales es relevante para América Latina a varios niveles. Primero, si bien la región ya contiene empresas líderes en el proceso de transformación digital (como, por ejemplo, Arcor, Copa Airlines, Bimbo, Banco Galicia, y Codelco), estos ejemplos representan tan solo la primera etapa en el impacto de la digitalización en la productividad a nivel macroeconómico. Es por ello que, a pesar del liderazgo digital de estas empresas, la productividad total de los factores a nivel de nuestros países no aumenta. De hecho, para que la transformación digital genere un impacto en la productividad, el proceso de digitalización debe proceder a lo largo de la matriz productiva en su conjunto, afectando al conjunto del sistema productivo, incluyendo a las pymes.

El proceso de transformación tenderá a ocurrir en primer lugar en aquellas industrias cuya estructura y cadena de valor sean más aptas para incorporar una digitalización disruptiva (logística, servicios financieros, comunicaciones). Más tarde, el cambio podrá ser ocasionado en líderes innovadores a lo largo del sistema productivo. Pero la revolución no culmina ahí. Los líderes regionales marcan el camino donde podemos esperar cambios estructurales a nivel industrial. Un líder de la disrupción empuja al resto de sus competidores a transformarse o desaparecer. Es por ello que la transición de la primera etapa a la segunda estará guiada por la “mano invisible” de las dinámicas competitivas.

La transformación digital no es sólo imperativo derivado por estrategias competitivas: la misma es requerida por los países de América Latina para continuar creciendo económicamente y posicionándose en paridad con los países líderes de la economía mundial”.

Fuente: TRANSPOWER S.R.L.  Telam

(*)  Raúl Katz es Ph.D. en Ciencia Política y Administración y MS en Ciencia Política por el Massachusetts Institute of Technology (Cambridge).  También realizó una Maestría en Ciencia Política (Assas) y una Maestría en Ciencias de la Comunicación recibiéndose con honores (Sorbonne). Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Assas (París)  y Licenciado en Historia por la Universidad Sorbonne (París).

En la actualidad se desempeña como presidente de Telecom Advisory Services, una consultora especializada en telecomunicaciones y estrategia tecnológica. Asimismo, es profesor adjunto en el departamento de Finanza y Economía, y director de investigación de Estrategia de los Negocios en Columbia Business School.

A su vez, es profesor invitado de la Maestría en Telecomunicaciones y Gestión Tecnológica. Es autor de una serie de libros y artículos publicados tanto en Argentina como en el extranjero. En el pasado también ha ocupado  diversos puestos de importancia en la consultora Booz Allen Hamilton.